martes, 16 de febrero de 2010

¿La imagen que tenemos de nosotros mismos es inseparable de la representación que tengamos de la sociedad?

Debo partir de la frase en sí misma: “la imagen que tenemos de nosotros mismos es inseparable de la representación que tengamos de la sociedad”. Dentro de la misma línea de pensamiento del autor, hay una frase aún más fuerte, más intensa y poco refutable: “la vida humana es impensable fuera de la sociedad”.

Quisiera argumentar sobre este punto inicialmente para luego devenir en la frase planteada. El hombre es un ser social, esta es una afirmación sólida en nuestro mundo actual. Las ciencias sociales han encontrado consenso en que esto es así, aunque la evolución de este “nivel social” es más complicada y requiere del estudio de los grandes teóricos sociales para dar cuenta del mismo. Aún así, el gregarismo que denota el ser humano, su intención de agruparse y vivir, relacionarse e interactuar en grupo, es una realidad evidente (salvo ciertos casos por diferencias individuales).

El ser humano es más fuerte si trabaja en equipo, si caza en grupo, si comparten el botín entre todos, si se aglomeran para construir, mantener y encontrar refugios, etc., es decir, las probabilidades de supervivencia se elevan drásticamente cuando miembros de nuestra especie se encuentran y deciden convivir juntos. Esto cumple con un principio e instinto básico y fundamental en el hombre: la supervivencia. Saciar esta necesidad es fundamental para seguir viviendo, para poder alimentarse, descansar, defenderse del medio (depredadores y otros grupos humanos), reproducirse y perpetuar la especie.

Ahora salvado el obstáculo de la dificultad de sobrevivir, vienen otras necesidades (Maslow) y por supuesto, nuevos obstáculos de mayor nivel de exigencia, ya no sólo individual, sino grupal. Deja de ser importante la supervivencia del individuo y el foco se vuelve el grupo. Tenemos a un hombre amarrado a su grupo de interacción. Tenemos a un hombre social, primitivo en mi ejemplo, pero social al fin y al cabo. Un animal social (Aristóteles) o más evolucionado, un animal hermenéutico (orientación hermenéutica y socioconstruccionista).

Retrocediendo un poco, es importante recordar que el hombre nace como producto de sus padres, que por lo común, están compartiendo el alumbramiento y la crianza. El infante crece formándose y aprendiendo las costumbres, tradiciones y experiencias que sus padres saben que tiene que conocer para garantizar su supervivencia en el futuro. Ya en ese mundo, el infante va construyendo su realidad en un mundo social, donde se relaciona con otros, donde objetiviza la realidad, donde valida e institucionaliza su mundo (siguiendo las ideas de Berger y Luckmann, 2001). El ser humano nuevamente es un ser social, lo que fortalece la frase sociedad son algo más que tres. La familia (construcción humana), es una institución que le provee un marco social muy rico a cada nuevo miembro.

Aún así el hombre tiene el don (bendición-maldición) de ser libre… de ser tan libre que puede ir contra sus propios instintos, desafiando cualquier naturaleza material. Somos lo que queremos ser y queremos hacer. Somos quienes queremos ser y muchas veces nos auto-engañamos con que somos lo que otros o el mundo desean que seamos (a pesar de Freud y la castración y represión de la espontaneidad instintiva del ser humano). Definitivamente, el ser se constituye en el hacer, todo lo que hagamos, es lo que realmente somos. Los actos son los que nos definen, porque de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.

Entonces, soy partidario de confirmar la frase de Campbell. Como decía Platón el hombre es a la polis como la polis al hombre en La República. El hombre, el individuo, es lo que su sociedad es, lo que su relación con otros desencadena, permite, hace y actúa. El hombre modela a sus iguales, modela a los cánones de la sociedad de pertenencia. Manejando las ideas de dos filósofos (también científicos de la física quántica) como Margeneau y Le Shan, podemos ver como ellos hablan de que la realidad es modelada por los integrantes de nuestra sociedad y a su vez estos moldean a la sociedad.

El mismo principio que habla sobre los paradigmas de T. Kuhn donde no podemos ver por encima de los parámetros que nuestra sociedad nos impone cotidianamente. Las teorías de la sociedad de algunos grandes teóricos son producto de sus propios miedos, anhelos, vidas y “espíritu de la época”. Lo cual va alineado con las palabras de otro filósofo (Ortega) sobre que yo soy yo, más mis circunstancias, mostrando la representación que tengamos de la sociedad es parte indivisible de nosotros mismos y nuestra imagen.

Sólo me pienso, reflexiono, entiendo, interpreto y analizo, cuando existo en una cultura, en una sociedad particular, en un mundo determinado. Sólo puedo hablar de mí desde mi sociedad. Si en mi sociedad se considera que el ser humano es malo por naturaleza (Hobbes el hombre como lobo del hombre), es muy probable que mi pensamiento me indique que esa es la forma correcta de obrar, porque es nuestra naturaleza. A menos que sea capaz de ver por encima de mi paradigma y considerar que Platón tenia la razón, la justicia es una virtud cardinal y el ideal más puro de la sociedad para llegar al orden.

Ahora, como también considero que no existen absolutos, me tiño de gris por unas oraciones para explicar mi propia contra argumentación. Como Ser Humano, puedo y si realmente me lo propongo, puedo discernir y dudar de la representación que tengo actualmente de mi sociedad, puedo mirar y caminar por encima del paradigma y/o status quo prevaleciente, con el único objetivo de imponer, argumentar o robustecer mis propias ideas sobre la naturaleza humana. Antes, todos los pensadores lo hicieron, dieron saltos quánticos en sus teorías sobre la sociedad de aquel entonces y aún hoy en día son vigentes para entender la diversidad de enfoques en ciencias sociales.

Y sí, es verdad, toda mi posible producción de ideas o los productos que provengan de mis estudios o discursos serán una manifestación conjugada de mi vida, mis problemas, mis afectos, mis motivos, mis frustraciones, mis relacionados, mis logros, mis fortalezas y mi contexto. Es cierto. Por lo que mi visión de mi vida será parte de mi interpretación de la sociedad. También es cierto. Lo fue para Marx, Hobbes, Rousseau y otros, debo admitir que lo es y será para mí.

Pero también creo que el hombre tiene la maravillosa posibilidad de sorprenderse a si mismo y de nunca perder la capacidad de asombro. Por eso, enriquecerse y atrincherarse en una perspectiva holística, podría ser un salvoconducto para conocer criterios de análisis y formas de construir las realidades distintas, validas y perfectibles. El hombre puede zafarse de su propia visión de la realidad social y construir una completamente nueva. Es por eso, que estudiar y conocer de teorías sociales provee el campus adecuado para el discernimiento.

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